Mi Historia

Nací en la Bogotá de finales de los años 70’s. Me caractericé desde pequeño por ser bastante inquieto, curioso y asertivo.

Desarrollé un grato afecto por el estudio. Me incentivaron el buen hábito de la concentración en clase y lograba que lo aprendido se quedara grabado en mi mente. Hacer tareas en casa era más que una obligación, un pasatiempo.

Termino la secundaria sin ningún inconveniente y debo prestar el servicio militar obligatorio en el ejercito. Me destaco por la obediencia, disciplina y respeto a la autoridad, aunque el trato fuerte que se maneja en la milicia, marca también mi autoestima.

Con muchos esfuerzos logro entrar a estudiar Ingeniería industrial en la Pontifica Universidad Javeriana, propiedad de la Compañía de Jesús (Los Jesuitas). Esto fue un verdadero reto para mí. En ese momento las constantes salidas y fiestas me mantenían desenfocado. El estudio que antes tanto me animaba ya no me era fácilmente comprensible. Mi rendimiento académico se desplomó al punto de tener un pie por fuera de la universidad.

La situación académica, las carencias económicas, la incomprensión y una fuerte sensación de soledad, me llevan a lo que algunos llaman la noche oscura, el desierto o una crisis existencial.

Por primera vez me pregunté: ¿qué iba a ser de mi vida? ¿existía algún propósito para mi? ¿iba a seguir adelante solo, como hasta ahora me había sentido? ¿estaba destinado al fracaso? Al poco tiempo sentí un impulso interior de buscar acercarme a Dios. Hablé con una persona de vida espiritual, le conté cómo me sentía, detallé los aspectos de mi vida… me escuchó… me aclaró y me dió esperanzas para seguir adelante. Me explicó que ese impulso que yo había sentido era Dios queriendo dirigir mi vida, darle sentido y profunda paz. En ese momento sentí lo que llamo hoy en día un «aclaramiento existencial». Desperté, me di cuenta de la existencia de un Poder Superior a mí, que me guía, orienta y prospera. Mi vida volvió a tener sentido y concluí que no volvería a estar solo. En adelante una seguidilla de eventos «milagrosos» empezaron a ocurrir. Retomé con éxito mis estudios, hice las paces con mi familia, la ansiedad por las fiestas y la bebida desapareció. Tuve una transformación interior y quería cambiar el mundo. Devoré libros de crecimiento personal y espiritualidad. Me uní a grupos y movimientos que los Jesuitas tenían dispuestos en la universidad. Hice varias tandas de Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Participaba de voluntariados sociales. Era una nueva persona.

Me gradué y tuve mis primeras experiencias laborales. Al principio asumía los trabajos con mucho ánimo y dedicación, pero luego perdía el interés. Se me facilitaban ver las cosas que se debían hacer de manera correcta, pero los superiores, la burocracia y los ambientes de trabajo tóxicos, diluían cualquier posibilidad de aportar en pro del beneficio de la organización.

Decido hacer una pausa y hago un viaje de estudio y trabajo al exterior, donde puedo reflexionar y encontrar de nuevo dirección para mi vida. A pesar de tener posibilidades de quedarme a vivir en el extranjero, siento un fuerte impulso de regresar a mi país (¿Dios?).

Al retornar conozco a mi esposa, nos casamos y al poco tiempo nace mi primera hija. Mi vocación de padre y esposo se hace realidad. Tres años después nace mi segunda hija.

Mi estilo de vida se va perfilando, pero de alguna manera, mi vida productiva no encaja con lo inspirado, aprendido y vivido. Decido entonces emprender. El mundo del comercio de la tecnología informática es el campo para cumplir este objetivo. Inicio con ánimo y esperanza, pero la falta de experiencia y mantener una mentalidad de empleado, pasan factura y tengo mis primeros fracasos. Cierro mis 3 empresas.

El fracaso me invita a realizar cambios importantes. Decido dejar la capital e irme a vivir a una pequeña ciudad a 75 Km de distancia, buscando mayor bienestar para mi familia y un espacio más creativo para emprender. Para el año 2016 ya había trasladado mi oficina a mi casa y muchos me veían como un bicho raro. Me convierto en agente freelance y me asocio con una compañía de comercio de equipos informáticos para ofrecer mis conocimientos en este sector en estrategia organizacional, comercio exterior, ventas al por mayor, comercio electrónico y ventas corporativas. Comparto también mis prácticas en oración y meditación, hábitos de vida y gestión de la productividad. Los resultados positivos empiezan a ser una constante. Veo la Gracia y el favor de la Divinidad en todo lo que emprendemos.

El año 2020 inició con planes de mayor crecimiento y expansión. Todo va bien hasta que en marzo anuncian lo que hoy en día todos conocemos como el principio de la pandemia. El mundo empieza a cambiar. Con sorpresa veo que las personas se ven obligadas a hacer lo que yo ya llevaba haciendo por 4 años: Teletrabajar. Lidero en la empresa el acompañamiento del proceso de cambio con el personal. Gracias a la naturaleza del negocio (tecnología), la demanda de este producto, la gestión de acompañamiento que realizo y el compromiso de todos los miembros de la empresa, los resultados se disparan. De nuevo vemos la gracia que sostiene nuestras acciones.

La pandemia ha resultado ser un llamado fuerte para cuestionar la forma en que vivimos, nos relacionamos, generamos recursos y gestionamos la productividad. Esto ha suscitado un movimiento que invita a volver a mirarnos desde adentro para afrontar lo que viene de ahora en adelante. Mi propósito consiste en ofrecer todo lo que soy, lo que he aprendido, las experiencias que he vivido y las metodologías que he implementado, para guiar a aquellas personas que han decidido hacer una transformación en su vida y emprender su propio negocio, sea como empresa o marca personal, para lograr su propia felicidad y la transformación del mundo, que inicia transformando primero su propio mundo. Los invito a que iniciemos juntos este viaje, que seguramente será el viaje de nuestros sueños.